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Masacre de los manantiales: La pérdida del agua azul de Florida

Este articulo forma parte de nuestra serie especial "Viviendo con la Tierra"

Thomas Stiers y su esposa miran a Poe Springs. El nivel de agua es tan bajo que se puede ver la piedra caliza que sobresale por encima del agua. Foto por: Marina Meretz.
Thomas Stiers y su esposa miran a Poe Springs. El nivel de agua es tan bajo que se puede ver la piedra caliza que sobresale por encima del agua. Foto por: Marina Meretz.

Una infancia de agua cristalina

Cuando Thomas Stiers habla de los manantiales de Florida, los recuerdos le llegan en destellos de agua iluminada por el sol y corrientes frías que tiran de un flotador. Stiers creció cerca de Weeki Wachee, una infancia, dice, llena de la magia simple de dejarse llevar por un río alimentado por agua tan clara que parecía vidrio.

“El agua estaba fría”, recordó Stiers. “Nos montábamos en tubos. Bajábamos por los rápidos del río… La ventaja de un manantial es que el agua, siendo cristalina, podías bucear y era tan refrescante”.

Stiers dice que incluso tenía una prima que era sirena en la atracción de Weeki Wachee Springs. Para él, la magia de los manantiales no es solo la belleza natural, sino los lazos familiares y comunitarios que se forman al disfrutar de ellos.

Pero ahora, a los 63 años, Stiers regresa a lugares como Poe Springs en High Springs y enfrenta algo que nunca imaginó de niño.

El agua ya no es azul.

“Hace 50 años, el agua era cristalina”, dijo Stiers. “Y aquí veo mucho verde y algas y cosas así. Entonces puedo ver que nuestros manantiales naturales se están deteriorando y sin duda necesitamos hacer algo al respecto”.

La tristeza, admitió, golpea fuerte.

“Es desgarrador”, Stiers dijo.

Un estado de manantiales en crisis

Poe Springs desemboca en el río Santa Fe a poca distancia de su nacimiento. Durante años, ha sido un lugar popular para nadar, una zona de agua fresca bajo robles arqueados y bancos de piedra caliza. Pero hoy, el tinte verdoso del agua —antes una rareza en los emblemáticos manantiales azules de Florida— se ha vuelto más común.

Pocas personas ven esa transformación tan claramente como Haley Moody, la directora ejecutiva del Instituto de Manantiales de Florida Howard Odum, ubicado a pocos minutos de Poe Springs.

Moody lleva siete años trabajando en el instituto, ascendiendo de interna a directora, un camino que dice refleja tanto la urgencia del trabajo como su convicción en el futuro del agua dulce de Florida.

“Los manantiales son… estéticamente tan increíblemente hermosos”, dijo Moody. “Pero hay mucho pasando. Hay muchas capas de vida en estos manantiales. Realmente son dignos de nuestra protección”.

Esa protección, afirma Moody, está amenazada por dos fuerzas principales: el aumento de contaminación por nitratos y la disminución del caudal.

Moody describe la contaminación por nitratos como una amenaza casi invisible, al menos hasta que estalla en forma de mantos de algas filamentosas que sofocan el fondo rocoso del manantial.

“Causa un aumento en las algas filamentosas que llegan y dominan el sistema”, dijo Moody. “Hace difícil que otras cosas crezcan y vivan allí”.

Los nitratos provienen principalmente de fertilizantes —tanto agrícolas como residenciales— aplicados a suelos que suelen ser arenosos y porosos. En el centro y norte de Florida, donde el acuífero está mayormente sin confinamiento, cualquier sustancia aplicada en la superficie puede atravesar el suelo con poca resistencia.

“Y esas aguas subterráneas… son la fuente de agua potable para más del 90% de los residentes y turistas de Florida”. Moody dijo.

Ese vínculo entre el agua del manantial y el agua del grifo es, según Moody, una de las realidades más alarmantes y menos conocidas.

“Hay pozos privados cerca de operaciones agrícolas que están excediendo el límite de salud humana… para nitratos”, dijo Moody. “Estábamos probando un manantial que tenía más de 60 mg/L, y había una mujer usando esa fuente directamente para beber”.

El límite de seguridad es 10 mg/L.

“No tendrías idea de que los estás bebiendo”, dijo Moody. “No tienen color, olor ni sabor”.

Thomas Stiers señala el lugar donde la piedra caliza está expuesta, un indicio de la sobreexplotación del agua del manantial. Foto por: Marina Meretz.
Thomas Stiers señala el lugar donde la piedra caliza está expuesta, un indicio de la sobreexplotación del agua del manantial. Foto por: Marina Meretz.

El fenómeno de inversión del flujo

La otra amenaza que Moody monitorea es la disminución del caudal, resultado de niveles de acuífero que caen a medida que los floridanos extraen más agua de la que las lluvias pueden reponer.

Las consecuencias se observan en Poe Springs, donde el color verde del agua no solo es causado por algas, sino también por agua teñida de taninos del río que es succionada hacia el subsuelo.

“Cuando el nivel del acuífero baja y tenemos mucha lluvia superficial, el agua superficial… fluye de vuelta hacia el manantial”, Moody explicó. “En lugar de tener suficiente presión para empujar agua hacia afuera, el manantial absorbe el agua de la superficie”.

El emblemático color azul desaparece.

“Los taninos lo alteran y lo vuelven más verde”, Moody dijo.

Los residentes lo han notado. Moody dijo que muchos visitan el centro ambiental solo para preguntar qué está pasando con Poe Springs.

“Hay una conexión emocional muy fuerte con estos lugares”, dijo Moody. “Y cuando conoces a los animales, ves a los manatíes entrar y salir con sus cicatrices de botes… es muy difícil. Pero seguimos adelante. Porque nos importa”.

Lo que antes era un manantial popular para nadar ahora está vacío. El agua contaminada es tan verde como los árboles que lo rodean. Foto por: Marina Meretz.
Lo que antes era un manantial popular para nadar ahora está vacío. El agua contaminada es tan verde como los árboles que lo rodean. Foto por: Marina Meretz.

Un público que se está despertando

Los manantiales de Florida aún pueden salvarse, enfatiza Moody. De hecho, ha visto señales de esperanza, especialmente entre los jóvenes y en la reacción pública a potenciales amenazas contra los parques estatales.

“He visto al público levantarse de una manera notable”, Moody dijo. “La gente realmente se preocupa por estos lugares y quiere hacer lo posible por protegerlos. Así que hay esperanza”.

Uno de los esfuerzos más recientes del instituto es buscar una designación como Área de Patrimonio Nacional para toda la región de manantiales de Florida —27 millones de acres en los dos tercios superiores del estado.

Una designación así, dijo Moody, ayudaría a crear una identidad unificada y a lanzar una gran campaña educativa.

Aunque los fertilizantes agrícolas son los mayores contribuyentes de nitratos, Moody resalta que los propietarios también juegan un papel importante, especialmente dentro de los “acuíferos de manantial”, las áreas donde la lluvia termina emergiendo en un manantial específico.

Evitar fertilizar el césped, usar plantas nativas y minimizar la extracción de agua subterránea puede marcar una diferencia.

“Tenemos un programa llamado Springs Friendly Yard”, Moody dijo. “No usar fertilizantes ni extraer agua subterránea para el paisaje del hogar”.

Otros contaminantes —aceite de autos, bebidas derramadas, productos químicos domésticos— también pueden infiltrarse en el acuífero. Pero los nitratos, insiste, siguen siendo la amenaza más urgente.

Jennifer McElroy, ingeniera ambiental supervisora de servicios públicos regionales de Gainesville, o GRU por sus siglas en inglés, dice que la gente tiene mucho poder en la protección de manantiales y cursos de agua.

“Una forma muy importante en la que nuestros clientes pueden ayudar a prevenir los derrames de aguas residuales y evitar la contaminación del arroyo es tirando por el inodoro solo las tres P: papel, pipí y popó”, dijo McElroy.

Ella explicó que el sistema de filtrar el agua de la ciudad funciona para evitar la contaminación de los manantiales.

Lo que ocurre cuando se tiran por el desagüe o se descargan por el inodoro objetos que no deberían estar allí es que se obstruyen los desagües y, finalmente, los sistemas de filtración.

“Una vez que hay grasa y toallitas en el sistema, se crea una obstrucción” McElroy dijo. “Es como pegamento que crea un tapón.”

McElroy explicó que los contaminantes podrían llegar a un manantial a través de obstrucciones o desbordamientos de agua en los sistemas de filtración, o a través de contaminantes como la basura.

Para evitar futuros bloqueos, GRU avisa a los clientes cuando se ha producido un derrame de aguas residuales debido a la grasa y los productos de higiene personal residenciales.

“No estamos tratando de avergonzar a nadie, estamos tratando de educar”, McElroy dijo.

Las algas verdes crecen en el manantial de Poe. El color verde del agua es un claro indicio de contaminación. Foto por: Marina Meretz.
Las algas verdes crecen en el manantial de Poe. El color verde del agua es un claro indicio de contaminación. Foto por: Marina Meretz.

Perder el azul es perder identidad

Para muchos Floridanos, el cambio en los manantiales no es solo ecológico. Es emocional —incluso existencial.

Cuando Stiers mira a Poe Springs, ve no solo agua verde, sino el desvanecimiento de la Florida que una vez conoció.

“Necesitamos preservar nuestros espacios exteriores para las futuras generaciones”, Stiers dijo.

Aunque no tiene hijos, dice que trata de transmitir lo que aprendió sobre la naturaleza a sus sobrinas y a los hijos de amigos y vecinos.

“Necesitamos que los niños hagan más actividades al aire libre”, Stiers dijo. “Menos celulares, menos internet… Los manantiales son algo familiar, pero necesitamos mantenerlos seguros”.

Su nostalgia está impregnada de urgencia: lo que antes se daba por hecho podría no existir siempre.

“Necesitamos mantener las áreas naturales… para que la gente tenga espacio verde que disfrutar,” dijo Stiers.

Marina is a reporter for WUFT News who can be reached by calling 352-392-6397 or emailing news@wuft.org.

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