Florida volvió a encontrarse con sus fantasmas en el lugar menos indicado. En un Kroger Field encendido, los Gators fueron arrollados 38 a 7 por un Kentucky que transformó cada error rival en una celebración. Cuatro pérdidas de balón, tres intercepciones en la primera mitad y una ofensiva incapaz de sostener el ritmo marcaron una noche en la que el marcador reflejó exactamente a lo que se resume este fracaso de temporada.
El inicio dejó una ilusión breve. Florida movió el balón con autoridad en su primera serie, mezclando pases cortos y acarreos potentes de Jadan Baugh para abrir el marcador con una anotación de 10 yardas. Pero el impulso se desvaneció tan rápido como llegó. En la siguiente posesión, DJ Lagway lanzó la primera de tres intercepciones que desmoronaron cualquier intento de estabilidad. A partir de ese momento, Kentucky tomó el control total del encuentro. Cutter Boley condujo a los Wildcats completando 18 de 23 envíos para 168 yardas y dos touchdowns, repartiendo el balón entre diez receptores diferentes y marcando el ritmo. En cambio, Florida volvía a perderse tanto ofensiva como defensivamente.
El marcador al descanso, 24 a 7, ya era una condena. En la reanudación, Kentucky alargó su dominio con una ofensiva de trece jugadas que devoró más de siete minutos y terminó con una carrera de cinco yardas de Seth McGowan, su segundo touchdown de la noche. En el último cuarto, Dante Dowdell selló la paliza con una corrida de 65 yardas. Los números explican el desastre. Florida terminó con apenas 247 yardas totales, 3.3 por acarreo y ninguna respuesta ante la defensa rival. Lagway acumuló 83 yardas por aire antes de ser reemplazado por el novato Tramell Jones Jr., quien tampoco pudo encender la ofensiva. En el otro extremo, Kentucky sumó 401 yardas, dominó el tiempo de posesión y convirtió ocho de doce terceras oportunidades. El equilibrio entre el ataque terrestre y aéreo, junto con la presión defensiva, dejó a los Gators atrapados en su propio caos.
La defensa de Florida tuvo destellos aislados. Sharif Denson lideró con once tacleadas y Bryce Thornton logró una intercepción, pero el esfuerzo individual no alcanzó frente a la falta de ejecución colectiva. El peso de la historia agrava el golpe. Entre 1987 y 2017, Florida ganó 31 enfrentamientos consecutivos frente a Kentucky. Desde 2018, ha perdido cinco de los últimos ocho, y este 38 a 7 representa su derrota más amplia ante los Wildcats en 75 años.
A nivel emocional, la expulsión simbólica de Lagway, sentado en el banco tras su tercera intercepción, reflejó la fractura de un equipo que ya no encuentra liderazgo. Por parte de Kentucky, los Wildcats firmaron su primera victoria en casa ante un rival de conferencia desde 2023 y aún mantienen viva la posibilidad de un juego de tazón.
Para Florida, el problema ya no son los resultados sino la falta de dirección. La ofensiva no tiene identidad, la defensa se desgasta sin apoyo y la consistencia brilla por su ausencia. En un deporte que castiga la indecisión, los Gators se han convertido en su propio obstáculo.
Florida buscará salvar la temporada la semana que viene ante uno de los cocos de la temporada, Ole Miss de visita el próximo sábado.