Ante 76,131 fanáticos en el Everbank Stadium de Jacksonville, Florida y Georgia escribieron otro capítulo del clásico más viejo del sur. El marcador final fue el esperado, 24 a 20 a favor de Georgia, pero el desarrollo dejó una sensación diferente.
Los Gators, ahora bajo el mando interino de Billy Gonzalez, compitieron de tú a tú ante el número 5 del país y se fueron con algo que no se ve en la tabla: orgullo.
El partido empezó a las 3:45 p.m. y, desde la primera serie, Georgia mostró sus credenciales. Gunnar Stockton condujo un ataque quirúrgico que terminó en un pase de ocho yardas a Dillon Bell para el 7-0. Pero Florida respondió con carácter. Tras una pausa por lesión de Jordan Hall por parte de Florida, DJ Lagway se plantó firme y lanzó un misil de 40 yardas a Eugene Wilson III. Ese touchdown extendió el récord histórico de los Gators a 469 juegos consecutivos anotando, el más largo en la historia de la NCAA.
La defensa acompañó el momento: Devin Moore interceptó a Stockton y Trey Smack completó la serie con una patada de 22 yardas para adelantar 10-7 a Florida.
En el segundo cuarto, el ritmo bajó. Lagway se notó impreciso, y la ausencia de corredores titulares limitó la ofensiva. Jadan Baugh dio algo de aire con una corrida de 22 yardas, pero los Gators no capitalizaron. Georgia empató 10-10 con un gol de campo de 39 yardas antes del descanso, en un cuarto más dominado por los castigos que por las yardas. La charla en el vestuario surtió efecto. En el tercer cuarto, Florida mostró otra cara. Lagway se escapó 26 yardas por tierra y movió las cadenas con autoridad. Dos interferencias defensivas acercaron a los Gators, y Baugh, el que nunca falla en la corta, cruzó la línea para empatar el partido a 17.
“Pensé que los jugadores pelearon extremadamente fuerte. Estoy orgulloso de ellos. No hay rendición en su ADN”, dijo Gonzalez tras el partido. “No estamos aquí por victorias morales, pero respeto cómo manejaron el cambio y cómo respondieron esta semana.”
El duelo se volvió una guerra táctica. La defensa forzó un fumble y recuperó terreno, mientras Wilson seguía siendo imparable, con nueve recepciones para 121 yardas, el mejor juego de su carrera. “Wilson se ganó su momento. Trabajó en silencio y hoy fue recompensado. Es un arma real”, elogió el coach.
En el último cuarto, Trey Smack firmó otro momento histórico: un gol de campo de 54 yardas para poner arriba a Florida 20-17. Fue su noveno de más de 50 yardas, el mayor número en la historia del programa.
Pero la euforia duró poco. En una cuarta y una, los Gators se quedaron cortos, y Georgia castigó el error con una corrida de 36 yardas de Chauncey Bowens para recuperar la ventaja. “No hubo segundas dudas”, explicó Gonzalez sobre esa jugada. “Teníamos que ir por ella. Si pateas sigues abajo. Lo intentamos y no salió, pero no me arrepiento.”
Florida tuvo una última bala. Lagway lanzó profundo a Sturdivant, pero el balón se escapó por centímetros. “No fue suficiente. No ejecutamos cuando debimos, pero este equipo no se rinde. Es nosotros contra el mundo”, dijo el mariscal, que cerró con 166 yardas aéreas y una anotación.
Del otro lado del balón, el sentimiento era agrio. Tyreak Sapp, que jugó su último clásico, fue claro: “Duele. Es mi último juego aquí contra Georgia. Pero nadie bajó los brazos. Seguimos de pie, seguimos peleando. No tenemos nada de rendirnos.”
Al final, Gunnar Stockton se arrodilló en la yarda uno y el reloj se apagó. Georgia celebró su quinta victoria seguida en la serie, pero el ambiente en la zona de Florida era distinto.
“Nos vamos dolidos, pero juntos. Si jugamos con esta actitud, estaremos bien. Hay cuatro juegos más, y los vamos a pelear todos”, cerró Gonzalez.