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Los depredadores del pavimento

El kinkajú tímido está entre los mamíferos desdichados que terminan siendo víctimas de los vehículos en las calles de Costa Rica. (Franklin Lopez Martinez/WUFT News)
 Los “Shy kinkajous” son uno de los mamíferos que desafortunadamente terminan siendo víctimas de atropello en las carreteras de Costa Rica. (Franklin Lopez Martinez/WUFT News)

Las carreteras de Costa Rica están llenas de amantes de animales deseosos de echarles un vistazo desde sus autos a un perezoso o una rana verde de ojos rojos. Muchos de los animales emblemáticos de la nación mueren tras ser atropellados por los vehículos en las calles congestionadas.

Escrito y traducido por Franklin Omar Lopez

Costa Rica es un modelo a nivel mundial del turismo de la naturaleza gracias a sus políticas audaces que reforestaron la cuarta parte del país y empujaron la conservación. Hoy en día, el turismo masivo y las inversiones extranjeras hacen cuestionar si la atracción de Costa Rica es excesiva – y si se les ha dejado atrás a los operadores locales.

El mamífero de pelaje dorado yacía sin vida bajo el sol tropical en medio de la Ruta Primaria 32 de Costa Rica. Debió de haber estado cruzando un estrecho de la carretera que serpentea a través del bosque frondoso en el Parque Nacional Braulio Carrillo. Ya sea que el kinkajú nocturno – también llamado “oso de la miel”– estuviera escarbando bayas maduras o regresando a su hábitat después de un paseo nocturno por los árboles, murió sobre el asfalto, atropellado por la corriente de vehículos yendo y viniendo a toda velocidad.

Tal es el destino cruel que muchos animales silvestres afrontan en las rutas transitadas de Costa Rica. Las carreteras están llenas de amantes de la naturaleza en camino a adentrarse en las selvas tropicales, con la esperanza de divisar o fotografiar a un arborícola como el Kinkajú.

Pero frecuentemente, los ecoturistas se encuentran con ese mamífero tímido, o serpiente o rana atropellada al costado de la carretera. Más de 16.000 animales silvestres han muerto por atropellos vehiculares en la última década, y esto es solo a lo largo de una pequeña fracción de los 44.316 kilómetros de carreteras de Costa Rica, transitadas a diario por aproximadamente 1.6 millones de conductores.

Los científicos estiman que cuatro animales mueren cada hora en las carreteras costarricenses. La bióloga Daniela Araya Gamboa, coordinadora del proyecto Panthera, reportó 176 animales muertos en 48 kilómetros de la Ruta 2 en un lapso de tres meses. La lista incluía ardillas, ratones, armadillos, tapires y aves, siendo los anfibios las especies más afectadas. Los investigadores han reportado cerca de 500 felinos silvestres atropellados en la última década.

Costa Rica es considerado uno de los líderes mundiales en conservación forestal, revirtiendo la deforestación hasta el punto de lograr que más de la mitad de su territorio sea de cobertura boscosa. Irónicamente, el aumento en el número de ecoturistas que visitan esos bosques expone a los animales silvestres que tanto aman a un riesgo mayor de atropellos.

Aves, osos perezosos, monos y otras especies arbóreas viven en el dosel del bosque, donde se refugian de aves rapaces y depredadores terrestres. Los perezosos, el animal nacional de Costa Rica, se mueven lentamente entre las ramas de los árboles, con su letargia y esponjosidad beige. Pero la fragmentación de hábitats puede forzarlos a descender e intentar cruzar carreteras, donde los accidentes de tráfico son una de las mayores amenazas a su supervivencia.

Los kinkajúes, con sus extremidades flexibles y colas prensiles, igualmente se movilizan por el dosel de una rama a otra, hasta que no les queda nada más de que columpiarse excepto el suelo y la carretera peligrosa. Debajo de ellos, mamíferos terrestres como los ungulados y felinos también caen presos al incesante flujo de vehículos.

Incluso los monos, mamíferos comunes en Costa Rica, se encuentran en peligro debido al atropello vehicular, electrocuciones en cables eléctricos y otras amenazas que los obligan a salir de sus junglas y toparse con la presencia humana.

“Desafortunadamente, entre las colisiones de vehículos, la fragmentación y la pérdida de hábitat, los monos podrían extinguirse en un futuro no tan distante”, afirma Rose Marie Menacho Odio, bióloga de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica.

La lista de verificación de vida silvestre

iNaturalist se ha utilizado durante casi 20 años para registrar e identificar la flora y fauna alrededor del mundo.

Ahora, la aplicación forma parte de una iniciativa global para cuantificar el impacto negativo de las carreteras, ubicando las zonas de mayor mortalidad para que los científicos las puedan identificar y proponer soluciones. La campaña “Fauna Atropellada en Carreteras de Costa Rica” se lanzó en 2013 para ayudar a desarrollar estrategias nacionales de conservación vial.

Desde entonces, los usuarios han reportado más de 3.400 observaciones de 306 especies distintas. Entre las principales víctimas identificadas en el reporte se encuentran zarigüeyas, perezosos, monos, serpientes y armadillos.

La alarma ha movilizado al gobierno costarricense y a sus socios para adoptar medidas de prevención que reduzcan la mortalidad vial. Las señales de cruce de fauna silvestre con siluetas distintivas de especies clave como el tapir o danta centroamericana buscan que los conductores que exceden la velocidad la disminuyan.

Los cruces elevados o puentes de cuerda y nylon instalados sobre las carreteras representan una oportunidad de supervivencia para los kinkajués y las especies arbóreas que se balancean de una rama a otra. Pero, ¿qué de los animales como los ocelotes y las ranas que no pueden usar puentes colgantes muy arriba en lo alto?

En su libro “Crossings”, el autor Ben Goldfarb describe una de las fórmulas más importantes de la ecología vial: los pasos subterráneos bajo carreteras cercadas.

Wildlife crossing signs depicting mammals like Baird’s tapir caution drivers to slow down. (Franklin Lopez Martinez/WUFT News)
Las señales de tráfico con figuras de animales les indican a los motoristas que bajen la velocidad en los lugares donde cruzan los mamíferos como el tapir. (Franklin Lopez Martinez/WUFT News)

Los pasos subterráneos sin cercas y cercas sin pasos subterráneos son ineficientes; sin embargo, la combinación de ambos permite que animales terrestres como los tapires crucen al otro lado de la carretera. Las alcantarillas sirven indirectamente como cruces, ya que se utilizan como vías fluviales pero son lo suficientemente grandes para los animales.

Gamboa y su equipo de Panthera, una organización no gubernamental en Costa Rica dedicada a la preservación de las 40 especies de felinos silvestres, han estado trabajando en el Proyecto Caminos Amigables con los Felinos.

Ellos exploran las carreteras en busca de animales muertos mediante GPS e instalan trampas con cámara en el dosel, en el suelo del bosque y en las alcantarillas para determinar los puntos críticos de atropellos. El objetivo es proporcionar a las agencias gubernamentales datos útiles para la instalación de pasos de fauna y una mejor planificación vial.

La construcción de carreteras ahora implica seguir un proceso riguroso que considera criterios de sostenibilidad antes de ser permitida.

“Hoy en día, si se quiere construir una carretera, se debe realizar un estudio ambiental para minimizar el impacto y se deben generar oportunidades de trabajo para la población local”, afirma Andrés González, gerente ambiental del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) de Costa Rica.

Otras soluciones propuestas incluyen aumentar la visibilidad en la carretera mediante el corte de pastos altos y la instalación de cercas y badenes de velocidad a lo largo de la carretera.

Por muy desalentador que sea el número de atropellos, estas iniciativas hacen una diferencia; especialmente los pasos de fauna y la reforestación que busca reconectar hábitats.

Los cruces elevados como los puentes de cuerda forman parte de la estrategia medioambiental de Costa Rica para disminuir la mortalidad en las carreteras y volver a conectar los hábitats. (Video courtesía de Elena Perez Ramirez)

El siguiente punto en el plan de acción para conseguir la conectividad de hábitats son los corredores biológicos, implementados hace 20 años como una estrategia nacional de conservación por el gobierno costarricense. Cuarenta y cuatro corredores definidos cubren casi 1.6 millones de hectáreas de hábitat.

Los corredores buscan conectar áreas ambientalmente frágiles para que los animales se desplacen sin cruzar terrenos desconocidos y peligrosos como las carreteras.

Para establecer el alcance de los corredores biológicos se toman en cuenta las áreas de bosque que entrelazan las ciudades por corredores viales, las variaciones climáticas y los patrones de comportamiento animal.

El programa de Pagos por Servicios Ambientales de Costa Rica se creó para brindar a los agricultores y otros propietarios la oportunidad de conservar los bosques, compensándolos por los servicios del ecosistema que preservan.

Sin embargo, Irene Chen del Instituto Monteverde, afirmó que el compromiso de los agricultores va más allá de la remuneración del programa.

“Lo hacen porque les importa y observan los beneficios de tener árboles en sus propiedades”, beneficios como áreas de sombra, suelos restaurados y mayor biodiversidad.

El Instituto Monteverde ofrece a los agricultores árboles frutales o comestibles para la reforestación, lo que a su vez beneficia a los animales que dependen de ellos. Un ejemplo es la Ocotea monteverdensis, una especie de árbol aguacatero donde el distintivo quetzal, con sus plumas verdes, azuladas e iridiscentes y su cola exuberante, elige para habitar.

“Hasta ahora, hemos plantado alrededor de 6.000 árboles, que también son especies en peligro de extinción en Monteverde”, dijo Chen mientras ingresaba al vivero del instituto. Dentro del recinto de malla, cada mesa tenía hileras de bandejas con distintas bolsas de retoños que se trasplantarán y, con suerte, se convertirán en árboles algún día.

En cuanto a las causas del decaimiento de la población de vida silvestre, el ecoturismo no puede asumir toda la culpa. Si bien el aumento de visitantes ha requerido más carreteras y otras infraestructuras que perjudican a la fauna, el turismo también ha tenido un impacto positivo en la vida silvestre.

Raúl Obregón Hernández, guía turístico del Volcán El Arenal, recuerda el paisaje deslucido de La Fortuna años antes de que el ecoturismo floreciera en el país.

“Recuerdo que todos estos lugares en La Fortuna solían ser grandes zonas pastorales. En los años 70 y 80, La Fortuna era 98% agrícola, y recuerdo que entre los años 90 y el 2000, no habían perezosos, monos, tucanes ni serpientes”.

An unaware band of white-nosed coatis continues to forage for fruit in the middle of frequented roads. (Franklin Lopez Martinez/WUFT News)
Inconscientes del tráfico vehicular, una familia de coatíes de narices blancas continúan buscando fruta en medio de las carreteras transitadas. (Franklin Lopez Martinez/WUFT News)

Con 2.6 millones de turistas visitando Costa Rica cada año, la conservación forestal atrajo la atención del público. Fue necesario adoptar mejores prácticas sostenibles para preservar el oro verde y continuar atrayendo visitantes de todo el mundo.

Juntos, los humanos y los animales han desarrollado una relación simbiótica. Los mamíferos, las aves y los reptiles, inconscientes de la reverencia de los turistas, son una fuente de emoción, curiosidad e ingreso económico. A cambio, estos reciben hábitats más amplios y una cultura de conservación.

Para Obregón Hernández, la palabra “ecoturismo” puede representar a la gente en su mejor momento. Eco representa los lugares que necesitan protección y turismo, las personas que llegan a protegerlos. Además de los peluches de perezosos, la joyería artesanal y diversos souvenirs tropicales, los turistas también podrían regresar a casa con un sentido nuevo de responsabilidad por la vida silvestre.

El camino para restaurar la conectividad en los hábitats naturales de Costa Rica y del mundo es largo y fluctuante. Pero cada día trae un nuevo paso subterráneo o cruce aéreo para proteger a nuestros animales silvestres, incluyendo cada kinkajú camino a casa.

Franklin is a reporter for WUFT News who can be reached by calling 352-392-6397 or emailing news@wuft.org.

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