WUFT-TV/FM | WJUF-FM
1200 Weimer Hall | P.O. Box 118405
Gainesville, FL 32611
(352) 392-5551

A service of the College of Journalism and Communications at the University of Florida.

© 2025 WUFT / Division of Media Properties
News and Public Media for North Central Florida
Play Live Radio
Next Up:
0:00
0:00
0:00 0:00
Available On Air Stations

¿Los agricultores olvidados?

Gabriel Carvajal contempla los 10 acres de su finca ubicada al lado del Río Sarapiquí. El es la tercera generación de agricultores en su familia.
Kat Tran/WUFT News
Gabriel Carvajal contempla los 10 acres de su finca ubicada al lado del Río Sarapiquí. El es la tercera generación de agricultores en su familia.

Quienes aún permanecen en el sector agrícola enfrentan una relevancia cada vez menor, no porque la producción de alimentos haya dejado de ser esencial para la supervivencia, sino porque la economía nacional —y la imagen del país— se inclinan ante un nuevo rey: el ecoturismo.

Escrito por Luena Rodriguez-Feo Vileira. Traducido por Gabriella Chavez

Costa Rica es un modelo a nivel mundial del turismo de la naturaleza gracias a sus políticas audaces que reforestaron la cuarta parte del país y empujaron la conservación. Hoy en día, el turismo masivo y las inversiones extranjeras hacen cuestionar si la atracción de Costa Rica es excesiva – y si se les ha dejado atrás a los operadores locales.

SARAPIQUÍ — Desde el balcón de madera de su finca, Gabriel Carvajal puede ver la historia de su vida: las copas de los árboles que trepaba de niño y el arroyo donde enseñó a nadar a sus hijos, encajados entre las colinas en donde sus abuelos se establecieron hace casi un siglo.

Carvajal, de 48 años, es la tercera generación de agricultores de su familia. Él creció en el aula de la naturaleza, en el cantón rural de Sarapiquí, en el norte centro de Costa Rica. Aprendió a seleccionar semillas y conservar el agua con los dedos metidos en la tierra, interpretando las condiciones naturales del entorno. Sus padres siguieron a sus hermanos en el negocio de vender el café, la pimienta y el palmito que cultivaban en el suelo fértil tropical.

“Para mucha gente esto puede ser solo un medio de vida”, dijo Carvajal. “Para nosotros, esto es una pasión”.

La tierra ha cambiado desde la generación de sus abuelos, dijo. El suelo está más comprimido, más ácido ahora, tras años de soportar las pezuñas del ganado y las lluvias fuertes.

El panorama económico ha cambiado también.

Una vez la agricultura era la columna vertebral de la actividad económica en Costa Rica, pero su participación tanto en el empleo como en el valor del producto interno bruto ha disminuido desde la década de los 1960s, a medida que los trabajadores han ido transicionando hacia industrias mejor pagadas.

La agricultura representaba el 50% de la fuerza laboral de Costa Rica en 1965. Para 1987, esa participación había caído a casi la mitad, al 28%. En 2013, el Ministerio de Educación Pública del país eliminó la educación agrícola como materia independiente dentro del currículo general, integrándola en ciencias.

Los que aún permanecen en el sector agrícola, que ahora constituyen el 13% de la fuerza laboral, enfrentan una relevancia en descenso, no porque la producción de alimentos haya dejado de ser necesaria para la supervivencia, sino porque la economía nacional —y la imagen nacional— se ha inclinado ante un nuevo rey: el ecoturismo.

Con el 5% de la biodiversidad mundial y 2,9 millones de turistas en 2024, Costa Rica recibe elogios internacionales por su combinación de conservación ambiental con turismo extranjero, un modelo que ha incrementado tanto su cobertura forestal como su economía desde principios de la década de 1990.

“El turismo es, sin duda, la actividad económica más importante de Costa Rica,” dijo el Ministro de Turismo William Rodríguez, señalando que casi una cuarta parte de la fuerza laboral fue empleada directa o indirectamente por el turismo el año pasado.

Dentro de esta robusta industria nacional, la sostenibilidad ambiental ha adoptado un enfoque más estrecho, definido por eco-alojamientos y caminatas guiadas por la naturaleza. Las prácticas agrícolas tradicionales también han ido desapareciendo, ya que las plantaciones de monocultivo y el uso de pesticidas químicos dominan las industrias de exportación de frutas de Costa Rica.

Carvajal lo sabe.

Cuando una cosecha de pimienta fracasó y llevó a la quiebra su finca en 2017, su familia recurrió a una semilla diferente para sembrar: promover la agricultura sostenible. La familia abrió Finca Eco Orgánica Sarapiquí, invitando a los visitantes a recorrer o alojarse en su propiedad y aprender técnicas de cultivo orgánico. A lo largo de las 4 hectáreas crece una sinfonía de productos, desde piñas, papayas y maracuyás hasta café y cacao.

“Tener este proyecto nos permite mostrarle a la gente mejores formas de relacionarse con el medio ambiente y, sobre todo, que le puedan ser rentables a las familias", dijo Carvajal.

Fuera del Mapa

A pesar de que durante décadas los ticos (como se conoce coloquialmente a los costarricenses) han reinventado sus medios de vida para los ojos del turista, no todos los locales reciben el mismo nivel de acceso, ni mucho menos los beneficios de la industria turística.

Las pequeñas fincas de todo el país han abierto sus puertas a las excursiones turísticas, dijo Carvajal, mientras que hace 10 años no existían tantas empresas en este rubro. Sin embargo, el turismo sigue estando distribuido de manera desigual en todo el país, comunidades rurales como Sarapiquí viéndose especialmente desfavorecidas.

“El asunto es la facilidad,” explicó Carvajal. “Ya hay lugares que el tico ha establecido para recibir al turista,” ya sea por la calidad de su hotel, la logística preestablecida o las relaciones de largo plazo con agencias de turismo, que a menudo actúan como los guardianes de los destinos turísticos.

Carvajal estimó que Sarapiquí recibe alrededor del 5% del número total de turistas que entran al país, un ciclo que se ve agravado cuando el flujo de dólares extranjeros a la zona es bajo, lo que significa menos fondos para invertir en infraestructura orientada al turista.

“Si usted revisa todas las agencias de turismo en el internet,” dijo, “verá que los destinos son los mismos.”

Uno de los más populares está a un poco más de una hora en carro al oeste de Sarapiquí, donde las viviendas, esparcidas a lo largo de una vasta extensión verde, dan paso a un centro urbano de tiendas y restaurantes locales apretados.

La Fortuna, un punto turístico nacional, se encuentra al pie del Volcán Arenal, la verdadera montaña que sirve de telón de fondo a su propia representación en los anuncios comerciales y en los souvenirs de globos de nieve.

Souvenir snow globes of the Arenal Volcano line the shelves in Lupita Cedeño’s shop. (Courtesy of Lupita Cedeño)
Los globos de nieve que se encuentran en los estantes de la tienda de Lupita Cedeño donde se venden objetos turísticos. (Foto cortesía de Lupita Cedeño)

Antes de convertirse en la atracción más preciada del pueblo, el volcán fue un agente de destrucción, al hacer erupción en 1968 con una explosión repentina y violenta de humo, ceniza y lava que duró varios días. La avalancha de material volcánico enterró los pequeños poblados de Tabacón, Pueblo Nuevo y San Luís, y cobró la vida de 87 personas.

Para Arnaldo y Vilma Cedeño, de 84 y 79 años, poco ha cambiado en su estilo de vida rural desde entonces, incluso cuando los antiguos pastizales se han transformado en calles asfaltadas listas para recibir a turistas.

“No vivimos la vida como muchos, que corren y corren y corren", dijo Vilma Cedeño.

Vilma Cedeño gazes up from her back porch on Wednesday, March 19, 2025. “We live a calm life,” the 79-year-old said. (Kat Tran/WUFT News)
Vilma Cedeño descansa en su casa el 19 de marzo, 2025. "Nosotros vivimos una vida tranquila", dijo Cedeño de 79 años. (Foto por Kat Tran/WUFT News)

La hija de los Cedeño, Lupita, tenía solo 6 meses cuando el volcán hizo erupción, pero puede contar la historia con la misma precisión que sus padres, quienes vivían en una finca ganadera vecina y sintieron los temblores de la erupción antes de presenciar su devastación.

El volcán siguió haciendo erupciones más pequeñas después de 1968 hasta el 2010, un espectáculo de rojo brillante que hacía vibrar puertas y ventanas casi a diario, dijo Lupita Cedeño. La primera ola de turistas llegó cuando ella tenía 18 años.

Luego vinieron los hoteles. Los resorts con aguas termales. Las tiendas de souvenirs como la que Lupita Cedeño eventualmente abriría tras dejar la finca de sus padres para estudiar contabilidad.

La furia y la fortuna: Lupita Cedeño describe la erupción del volcán Arenal que cambió el futuro de La Fortuna — y el de su familia. (Kat Tran/WUFT News)

Aun así, dijo que le preocupa el futuro de La Fortuna si el ecoturismo sigue creciendo, atrayendo a un número de viajeros cada vez mayor.

“Entonces estamos compartiendo algo que no nos pertenece a ninguna de los dos (turistas o ticos),” dijo. “Pertenece a la madre tierra.”

Sus padres todavía se aferran a su tierra, con sus gallinas, su máquina de moler maíz y la caña de azúcar, a pesar de la presión del pueblo para construir y vender, dijo Lupita Cedeño.

Ella los visita por una puerta trasera que conecta con su tienda, a solo unos pasos del porche lleno de plantas, y mantiene la esperanza de que cuando se jubile, pueda vivir el resto de sus días en una propia finca.

Lupita Cedeño runs a souvenir shop in the heart of La Fortuna but said she worries about the threat overtourism poses to the area. “We’re sharing something that does not belong to either of us (tourists or locals),” she said. “It belongs to Mother Nature.” (Kat Tran/WUFT News)
Lupita Cedeño tiene una tienda de mercadería turística en el centro de La Fortuna. Dice Cedeño que se preocupa del efecto que amenaza el sobre-turismo en la región. "Nosotros compartimos algo que no nos pertenece" (ni a los turistas, ni a los locales), dijo Cedeño. "Le pertenece a la Madre Naturaleza". (Foto por Kat Tran/WUFT News)

Cuando dejaron de venir los turistas

Dos años después de haber abierto su finca al turismo, Carvajal casi podía saborear los nuevos frutos de su trabajo. Tenía agencias de turismo listas para traer visitantes. Junio de 2020 se veía especialmente lleno de reservas.

Pero en marzo de 2020, llegó la pandemia. Doce días después de confirmar su primer caso de COVID, Costa Rica cerró sus fronteras.

Sin acceso a los turistas, la familia tuvo dificultades para pagar el crédito del banco, la luz y el teléfono — cosas que, como dijo Carvajal, solo se pueden pagar con dinero, no se pueden intercambiar por una gallina o un cerdo.

Pero al menos todavía podían comer.

Carvajal dijo que se dieron cuenta durante la pandemia que “nosotros como familia, con nuestras cuatro hectáreas, estamos sobrados para ser sostenibles en la alimentación y poder mantenernos solamente de la tierra.”

“Fue nuestra prueba de fuego.”

Los Carvajal intercambiaban leche, café, chiles, lechuga y palmito con sus vecinos, y recibían atún y espaguetis a cambio. La gente daba lo que tenía, o lo que le sobraba, dijo Carvajal.

Ellos estaban entre los afortunados.

En Monteverde, cuna del ecoturismo en Costa Rica, las restricciones de viaje cortaron el oxígeno de la economía, devastando a los 5,000 habitantes del pueblo pequeño. A nivel nacional, la tasa de desempleo se disparó al 16.4% en 2020, un aumento del 52% con respecto al año anterior.

Freddy Loria, un barbero de Monteverde, recordó días durante la pandemia en los que no le cortó el cabello a una sola persona. Caminaba por las calles inclinadas frente a su barbería — las aceras que normalmente estaban llenas de peatones, calles que zumbaban con motores encendidos — y no se encontraba con nadie.

“Uno veía y uno decía, ‘Dios mío, ¿qué va a pasar?’” dijo. Muchas veces, la única respuesta que el hombre de 67 años podía tener era sentarse en su sofá y llorar.

La pandemia expuso una grieta profunda en la economía costarricense tan dependiente del turismo — un modelo que, a diferencia de su ambiente biológicamente rico, carece de diversidad.

“No se puede realmente, a largo plazo, mantener una economía de manera sostenible si se basa solo en una cosa", dijo Jannelle Wilkins, consultora del Centro para los Viajes Responsables y ex directora del Instituto Monteverde.

Un regreso a la agricultura local — el sustento sobre el cual se fundó Monteverde — podría fortalecer la autosuficiencia de la economía, agregó Wilkins.

En 2020, el empleo agrícola en Costa Rica subió un punto porcentual, su mayor aumento anual en más de 10 años. Pero esta cifra cayó bruscamente en los años siguientes, y ahora es más baja que en 2013.

El turismo, mientras tanto, ha regresado, acercándose nuevamente a su pico de 2019 de 3.2 millones de personas. Su viabilidad para la economía requiere, por lo menos, una variedad en los tipos de turismo que se ofrecen, dijo Wilkins. Eso significa no solo ecoturismo, sino también opciones educativas, de aventura, hospedaje en casas de familia y turismo rural.

El objetivo es involucrar a diferentes sectores de la población en la industria turística, dijo Wilkins, “pero que no se convierta, quizás, en lo único que hagan.”

Loria está de acuerdo. “Es beneficiario no meter todo dentro de la misma canasta,” dijo.

Though the majority of his customers are local, Monteverde barber Freddy Loria said the pandemic hit his business hard. “If tourism dies here, Monteverde dies with it,” he said. (Maria Avlonitis/WUFT News)
Freddy Loria, un barbero de Monteverde, dijo que la pandemia impactó a su negocio a pesar de que la mayoría de sus clientes son locales. "Si el turísmo se muere aquí, Monteverde muere con él", dijo Loria. (Maria Avlonitis/WUFT News)

Loria se mudó del pueblo vecino de Guacimal hace más de tres décadas en busca de mejores oportunidades laborales. En aquel entonces, Monteverde estaba dominado por la ganadería lechera y ofrecía un mercado poco competitivo para trabajos de servicios como el corte de cabello.

Después de abrir su barbería, Loria y su esposa abrieron una soda, o restaurante local, y luego un bed and breakfast. Pero el barbero aún habla con cariño de la finca de su padre, donde creció cultivando arroz, frijoles, queso y café, comiendo solo lo que ellos mismos producían. Se fue después de que su padre vendió la finca, cuando Loria tenía 33 años.

“Debería haber gente que se mete en otros campos como trabajar la tierra,” dijo. “Hay muchas cosas de las que se puede vivir.”

Sembrando un futuro diferente

Desde el balcón de madera de su casa en Sarapiquí, Carvajal puede ver su futuro: una extensión interminable de verde, donde cultiva su esperanza de inspirar un nuevo entender de la tierra en cada uno de sus visitantes.

Entre ellos hay niños locales.

La filosofía de un agricultor: Gabriel Carvajal es la tercera generación de agricultores en su familia. Aquí explica porqué es tan complicado para que los propietarios de negocios rurales logren obtener su parte de los beneficios del turísmo de Costa Rica. (Kat Tran/WUFT News)

En 2023, Carvajal inició el proyecto Sembrando para el Mañana, una colaboración con escuelas de Sarapiquí que trae a niños en excursiones programadas a su finca, donde aprenden prácticas agrícolas a través del contacto directo con la tierra, como lo hizo Carvajal hace décadas.

“Muchos niños no saben cómo sembrar, mucho menos que puedan ganarse la vida con la agricultura”, dijo.

El programa ha sido una bendición, añadió, porque le permite mostrar a las nuevas generaciones la importancia no solo de la agricultura, sino del planeta.

Después del atardecer, cuando las siluetas de las montañas más allá del río se desvanecen en un cielo gris, la esposa de Carvajal se para frente a la estufa, preparando una cena de arroz con frijoles y cerdo. Un trozo de papel pegado a una viga de madera en la cocina dice: “No te detengas hasta que te sientas orgulloso,” en español e inglés.

Mañana, la familia volverá a levantarse con el sol, tomando café juntos antes de volver a cuidar la tierra.

A paper slip on the wooden beam across from the family’s kitchen provides them a positive reminder. (Kat Tran/WUFT News
Kat Tran/WUFT News
Pegado a una viga de madera en la cocina de la casa de la familia Cedeño hay un pedazo de papel con un recordatorio positivo. (Kat Tran/WUFT News)

Luena is a reporter for WUFT News who can be reached by calling 352-392-6397 or emailing news@wuft.org.

Subscribe to The Point newsletter

Sign up to get a daily morning email with a roundup of all the need-to-know news and information from our area and the state of Florida, curated by WUFT News.

* indicates required