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LIVE OAK – El zumbido del motor de un tractor llena el pinar mientras un trabajador arroja un brazo lleno de pinochas en una empacadora roja y oxidada. Voltea una palanca metálica sobre las agujas doradas y empuja con fuerza, haciendo espacio para más.

Hacer una paca de paja de pino toma unos diez minutos, cinco si se le paga al trabajador por unidad y tiene bocas que alimentar. Pero ni siquiera el empacado rápido garantiza un salario digno. Muchos trabajadores ganan menos de un dólar por paca y no reciben un salario por hora por el tiempo – a veces días – que pasan preparando el suelo.
Las leyes laborales federales exigen que los empleadores complementen los ingresos de sus trabajadores si al final de la semana no alcanzan el salario predominante. La mayoría de los empleadores lo hace, pero los registros del Departamento de Trabajo y los litigios de trabajadores migrantes muestran varias excepciones.
Desde 2006, 31 operaciones de paja de pino en Florida han estafado a los trabajadores por un total de $150,000 y han pagado $66,000 en multas civiles, según un análisis de WUFT de los datos de la División de Horas y Salarios. El número de violaciones es desproporcionado para una industria que muchos ni siquiera saben que existe.
Reclutamiento de trabajadores
Dado que las agujas de pino caídas se acumulan naturalmente en el suelo del bosque, los dueños de pinares, ante la creciente demanda de jardinería en la década de 1980, vieron la paja de pino como un "regalo", según Greg Schell, un abogado de Florida. Las agujas no se vendían por mucho, pero el ingreso que resultaba era lo suficiente al año para pagar los impuestos de la tierra.
Los propietarios reclutaron trabajadores marginados para realizar el trabajo manual y repetitivo. "Este es un trabajo con el que nadie ganaba dinero", dijo Schell. "Nadie lo quería hacer".
Durante las décadas de 1980 y 1990, los clientes de Schell en la industria de la paja de pino eran, "todos hombres afroamericanos reclutados por contratistas en misiones de la ciudad para trabajos agrícolas".
A principios de la década de 2000, la industria dejo de“contratar a trabajadores manuales negros locales para el trabajo de campo” y comenzo “a subcontratar a trabajadores latinos con visas H-2B y trabajadores migrantes e inmigrantes indocumentados", según Vanessa Casanova, quien entrevistó a 42 cosechadores de paja de pino en el Sureste en 2007.
La gran mayoría de estos trabajadores latinos provenían – y aún provienen – de México, un vestigio del programa "Bracero" de la Segunda Guerra Mundial que reclutó a trabajadores mexicanos a los EE.UU.
Hoy en día la promesa de salarios superiores atrae a los trabajadores. El salario mínimo diario en México es de aproximadamente $13.75. Un cosechador de paja de pino en Florida – si se le compensa legalmente – gana más que eso en una hora.
La diferencia considerable en el pago hace difícil que los trabajadores temporales rechacen trabajos en EE.UU., aún si las condiciones son malas.
"Nos pagan muy poco", dijo José, un cosechador de paja de pino y líder de su equipo de trabajo en Live Oak, en español. "No es lo suficiente para pagar el seguro médico".
Las dos mayores fuentes de empleo para migrantes en el Condado de Suwannee son la avicultura y la paja de pino. José, quien solicitó que solo se usara su primer nombre, eligió el trabajo con pino hace doce años y no la ha abandonado.
"No queda otra opción que aguantar y seguir trabajando".
El proceso de empacado
En el frío de una mañana en diciembre, un equipo de diez personas trabaja con una precisión mecánica solemne. A las 10 a.m., ya han puesto una pila imposiblemente alta de pacas en un pequeño remolque de plataforma.
El primer paso para hacer una paca de pino es limpiar el suelo de desechos, incluidos los conos de pino, para dejar al descubierto una capa despejada de agujas de pino.
Una vez que la paja de pino está lista, la rastrillan en montones sueltos.
Las pilas en este pinar miden seis pies de altura; las horcas y guantes se ubican apoyadas en sus bordes. Después del rastrillado, el suelo descubierto, sus microbios despojados de su manta protectora, parece concreto.
La limpieza y el rastrillado es trabajo de todo el día, por eso se dejan las pilas afuera durante la noche. Cuando llega la mañana, es la hora de empacar.
Los trabajadores utilizan una caja rectangular con ruedas de metal o madera y aproximadamente del tamaño de un taburete. Con dedos rápidos, pasan un hilo naranja por la parte trasera del aparato. Lo llenan con paja y usan una palanca rígida para prensar las agujas de pino hacia abajo.
Amarran el hilo y desenganchan el frente de la caja lo cual revela un ladrillo denso de agujas de pino destinado a un jardín.
Los trabajadores cargan las pacas en un remolque y las transportan a un camión esperando en el borde del pinar. Para minimizar los costos de transporte y maximizar la productividad de los trabajadores, llenan los camiones desde el suelo hasta el techo con columnas perfectas de pacas.

El proceso entero toma alrededor de dos días. Pero la gran mayoría del trabajo de preparación, limpieza, rastrillado y carga no aparece en el cheque de pago del trabajador.
El Departamento de Trabajo exige que los trabajadores extranjeros reciban el salario promedio por hora de su ocupación, conocido como "salario predominante". Pero los cosechadores comúnmente reciben un pago por pieza, lo que significa que su compensación depende de la cantidad de pacas que producen.
Una oferta de trabajo de 2025 para cosechadores de paja de pino en Georgia indica una tarifa de 85 centavos por paca. Para ganar el salario predominante estatal por hora de foresteros, $16.89, los trabajadores tendrían que completar una paca cada tres minutos. Para compensar por un día previo de trabajo no remunerado, tendrían que aumentar la velocidad a una paca cada 90 segundos.
En realidad, a un trabajador promedio le toma entre cinco y diez minutos en terminar una sola paca.
"Si mira la orden de trabajo, tanto la tarifa por hora como la tarifa por pieza están anunciadas", dijo Solimar Mercado-Spencer, abogada de Georgia Legal Services. A veces, cuando los trabajadores llegan, "les dicen: ‘no, vas a ganar por pieza, olvídate de la tarifa por hora.’ Y bueno, eso es ilegal. Pero vemos que sucede muy a menudo".
Una industria enigmática
Entre 2006 y 2018, la División de Horas y Salarios investigó a 32 empresas de paja de pino en Florida. La división descubrió violaciones que incluían faltas como el no exhibir carteles sobre los derechos de los trabajadores, y – en el caso de 31 de las empresas – el pagar salarios por debajo del mínimo. Veintiún de las empresas recibieron sanciones económicas.
No está claro qué proporción de la industria actual de paja de pino en Florida representan estas violaciones. Treinta y tres empresas con sede en Florida están registradas en la base de datos de proveedores del servicios forestales de Florida como productores de paja de pino, pero el forestero del Condado de Suwannee, Jacob Earnest, advirtió que algunas empresas pueden faltar y otras ya no estar activas.
Los productores de paja de pino en Florida no tienen sus propios grupos industriales ni asociaciones de cultivadores, algo común en otros sectores agrícolas. Un estudio de 2003 estimó los ingresos de la paja de pino en Florida en $79 millones, aproximadamente el valor de las ventas de arándanos del estado y una fracción de la industria forestal estatal de $25 mil millones.
“Creo que es una sobreestimación”, dijo Pat Minogue, profesor asociado de la Universidad de Florida y especialista en la extensión forestal, “pero hasta ahora no se han realizado estudios económicos sobre el tema”.
Cuantificar la industria es difícil en parte por el número de personas involucradas. Algunos productores de paja de pino no poseen sus tierras, si no que las alquilan. También suelen usar contratistas para reclutar trabajadores como recolectores y cargadores de camiones.
Los ingresos de cada paca, unos $10, se reparten entre el propietario del terreno, el productor, el contratista laboral, el empacador y el cargador.
Schell, el abogado de Florida, centró sus casos en trabajadores mal remunerados, pero reconoció que el bajo precio de la paja de pino afecta a todos los involucrados. A menos que los consumidores paguen más por paca, dijo, “el modelo de negocio no funciona”.

Un arma de doble filo
Paul Meador fundó la empresa de contratación laboral Everglades Harvesting en 1990, reclutando trabajadores para cosechar cultivos especializados como jalapeños, fresas, pimientos y pomelos. Alrededor del año 2001, recurrió al programa H-2.
“Estábamos desesperados por encontrar trabajadores”, dijo Meador. Su empresa promovía empleos todo el año para atraer trabajadores estadounidenses, pero, según él, nadie aplicaba. “No quieren un trabajo estacional y no quieren ensuciarse”, explicó.
Los trabajadores extranjeros, en cambio, llegaron en grandes cantidades.
“He tenido a las mismas familias trabajando conmigo desde que comencé”, dijo Meador. “Traemos padres, hijos, tíos, primos, incluso nietos”. (La lista exclusivamente masculina no es una coincidencia. Como el programa H-2 no tiene leyes contra la discriminación, alrededor del 90% de los reclutados son hombres, en su mayoría de entre 20 y 29 años).
“Siempre se escucha lo terrible que es la agricultura con sus trabajadores”, dijo, “y eso es un montón de basura. Les proporcionamos vivienda, transporte seguro y esperan con ansias regresar cada año”.
Meador también espera traerlos de vuelta, pero cada vez es más costoso hacerlo.
El salario mínimo en Florida para los trabajadores H-2A (agrícolas) es de $16.23 por hora. Para los trabajadores H-2B (no agrícolas), el salario predominante suele ser aún mayor. Ambas cifras superan el salario mínimo estatal para evitar que los reclutadores reemplacen a trabajadores locales con trabajadores extranjeros a quienes se les paga menos.
Si se toma en cuenta el pago por hora, los beneficios de transporte y los costos de vivienda, Meador estima que gasta $20 dólares en mano de obra de trabajadores H-2. Con los ingresos agrícolas disminuyendo en todo el país, le resulta difícil justificar ese costo.
“Nos está sacando del negocio”, dijo. “Algo tiene que cambiar”.
Fritz Roka está de acuerdo. Roka dirige el Centro de Agronegocios en la Universidad de la Costa del Golfo de Florida y enseña una clase sobre sostenibilidad en la cadena agroalimentaria.
“Me hago la pregunta, más para mí que para mis alumnos: ¿es sostenible el programa de trabajadores invitados?”, dijo Roka. “Y realmente llego a la conclusión de que no lo es”.
A corto plazo, el programa responde a la necesidad de los empleadores de contar con una fuerza laboral confiable. Pero a largo plazo, aumenta los costos de producción. Si un productor no tiene un plan para compensar este gasto, su rentabilidad puede estar en riesgo.
“No estamos formando capital humano con los trabajadores invitados”, dijo Roka. “Solo estamos alquilando mano de obra”.
Recursos limitados
El Departamento de Trabajo no ha cerrado ninguna investigación sobre negocios de paja de pino en Florida desde 2018. Algunos defensores de los derechos laborales dicen que refleja más una falta de recursos que un cambio sistémico en la industria.
Las investigaciones de la División de Horas y Salarios en granjas alcanzaron un mínimo histórico en 2022, según el Instituto de Política Económica. Desde entonces, el personal investigador se ha reducido otro 9.5%.
“Al Departamento de Trabajo le falta mucho personal”, dijo Jeannie Economos, coordinadora del proyecto de seguridad con pesticidas y salud ambiental del Farmworker Association of Florida. “A menos que haya un gran número de trabajadores, es decir, 15, 20 o algo así, realmente no tendrán tiempo de investigar [el robo de salario]. Si son uno o dos trabajadores, no tienen tiempo para eso”.
Un análisis de WUFT sobre las investigaciones de la División de Horas y Salarios a productores de paja de pino y los salarios atrasados muestra que el Departamento de Trabajo no ha cerrado ninguna investigación sobre productores de paja de pino en Florida entre 2019 y 2024.
Desde 2003, más de 250 trabajadores de paja de pino han participado en litigios contra sus empleadores en Florida y Georgia por robo de salario y violaciones de los derechos de los trabajadores.
Sin embargo, no se han presentado casos laborales de paja de pino en Florida desde que Greg Schell dejó Florida Legal Services en 2016.
Georgia, en cambio, ha tenido un aumento en casos desde entonces, gracias a la llegada de Mercado-Spencer a Georgia Legal Services.
“¿A quién le importa esto? A los programas de asistencia legal. Nada más”, dijo Schell.
Hasta donde saben, Schell y Mercado-Spencer son los únicos dos abogados en el Sureste que han representado regularmente a trabajadores de paja de pino. No les han faltado casos.
“No podemos tomar todos los casos que llegan a nuestra puerta”, dijo Mercado-Spencer. Incluso si pudieran, “lo que obtenemos es como un grano de arena en la playa”, agregó.
Para defensores y abogados, los trabajadores de paja de pino son una de las poblaciones más difíciles de alcanzar.
Los pinares y sus trabajadores se concentran en el norte de Florida y el sur de Georgia, regiones rurales donde los grupos de defensa de los trabajadores agrícolas tienen poca presencia. El Rural Women's Health Project, con sede en Gainesville, atiende algunos condados con alta producción de paja de pino, como Suwannee y Gilchrist, pero los recursos escasean a medida que uno avanza hacia el oeste por el Panhandle.
La región está fuera del alcance del Farmworker Association of Florida.
En el norte de Florida y el Panhandle, “la gente está mucho menos informada. Son mucho más marginados y vulnerables”, dijo Economos. “Hemos tenido trabajadores agrícolas que nos han dicho: ‘pensábamos que éramos esclavos’, y lo dicen literalmente”.

Dado que el trabajo H-2 es por estación, los trabajadores vienen y van con frecuencia. Pueden recolectar paja de pino en Live Oak durante parte del año, pero luego cosechar sandía en Newberry o maní en Williston el resto del tiempo. El movimiento constante entre ciudades o estados dificulta la formación de lazos comunitarios.
A veces, los empleadores fomentan el aislamiento de los trabajadores.
“Muchas veces los mantienen muy apartados”, dijo Dominique O’Connor, organizadora de justicia climática del grupo. “Tienen vivienda, tienen un bar, tienen una lavandería, tienen una tienda de abarrotes, como un sistema cerrado”, explicó, lo que dificulta el acceso de los grupos de defensa.
“[Los trabajadores] nunca están sin supervisión”, agregó el coordinador de investigación Ernesto Ruiz. “Algunos de nuestros organizadores iban a Walmarts e intentaban acercarse a ellos, pero se mostraban muy desconfiados o decían: ‘bueno, no, nuestro supervisor está justo ahí’”.
Si los defensores logran contactar a un trabajador, el riesgo de compartir su historia es alto. Si el trabajador gana reputación de problemático, su empleador no le reclutará el próximo año.
La próxima generación
De vuelta en la plantación de pinos, José señaló a su equipo, explicando que muchos de ellos viajarán luego a Nueva Jersey para recolectar arándanos o a Kentucky para cosechar tabaco.
Regresarán a Live Oak en septiembre u octubre, una vez que los pinos hayan soltado sus agujas.
"Hay gente que se queda", dijo. "Nosotros nos quedamos todo el tiempo".
La recolección de paja de pino, por difícil que sea, es el sustento de José.
Su hija mayor comenzó la universidad y la menor acaba de cumplir cuatro años. Están en un camino con más opciones y oportunidades que las de su padre, uno que él forjó con agujas pajizas.