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La inclusividad destruye las barreras de la discriminación y los estereotipos.

Ser deportista es el sueño de muchos niños y niñas, pero la forma en que la sociedad está moldeada, le cierra muchas veces la puerta a los más pequeños. Estereotipos y discriminaciones son los que más se repiten y acaban sus futuros. 

El fútbol es un deporte amado en todo el mundo, es el deporte rey tanto en el campo como en el corazón de los aficionados y jugadores. Así como hay jóvenes que no logran sus sueños, también hay los  dichosos que tuvieron familias y entrenadores que les apoyaron durante su travesía. Alivia Gonzalez y Anna DeLeon dos jugadoras del equipo de fútbol femenino de la Universidad de Florida vivieron en piel propia lo que es tener la ayuda de los más cercanos. 

Las dos jugadoras son procedentes de familias latinas, Alivia cubana-dominicana y Anna Mexicana-hindú. Son grupos étnicos que forman la mayor parte de la población inmigrante de los Estados Unidos. Erick Esterline, director del departamento de periodismo deportivo y comunicación de la Universidad de Florida, explica un poco el tema. 

Las jugadoras tienen raíces provenientes de diferentes partes del sur y Centroamérica de una y dos generaciones con parientes que emigraron en algún momento a Estados Unidos, dijo Erick.

Historias de superación llegan constantemente a nuestras pantallas, pero muy pocas veces estas hablan del esfuerzo que pone una niña de secundaria para llegar a sus entrenamientos. Anna contó en una entrevista como tenía que hacer un viaje de 2 horas para llegar al entrenamiento de su club. Tenía que ir después de terminar su jornada escolar, era muy complicada, la escuela y viajar tan lejos, pero valió definitivamente la pena al final, compartió Anna.

Sin embargo, los países latinos sufren algo que viene heredado de nuestros antepasados, el machismo. Este no es más que una forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón, según la Real Academia Española.

Que se basa principalmente, como dice Octavio Giraldo, “El lugar de las mujeres es la casa, pero los muchachos son de la calle” en su artículo (El machismo como fenómeno psicocultural, 1972).

Este tipo de idiosincrasia repercute en los futuros de niñas pequeñas que quieran ser más que universitarias o amas de casa, que quieran ser futbolistas o profesionales en otros deportes.  

Ambas jugadoras sobresalen y son indispensables para el equipo. Anna defensora central con el dorsal #20 ha jugado 35 partidos con el equipo en sus tres años acumulando un total de 2434 minutos, 70 minutos por partido. Mientras que Alivia que viste el #40, cuenta con 35 minutos por partido, en un total de 50 en sus 4 años en la UF, logrando convertir 6 goles y 4 asistencias. Estadísticas mostradas por la página oficial del equipo de fútbol de la UF.

Los padres cumplen un papel primordial en la crianza y fundamento de sus hijos. En el caso de las dos jugadoras entrevistadas se puede apreciar como ambas hablan del apoyo recibido por sus parientes más cercanos. Anna expresó que sus padres aun viviendo al otro lado del país, viajan para verla jugar.  Mientras que Alivia se abrió y dijo que ella no estaría aquí si no fuera por su familia, ellos son la razón principal por la que está donde está hoy.  

En los últimos años se ha presenciado una evolución abrumadora en el fútbol femenino, más y más niñas están cumpliendo sus sueños a la misma vez que adquieren sus diplomas. Anna en su tercer año universitario está persiguiendo un título en mercadotecnia, mientras que Alivia en su cuarto año quiere obtener un título en ciencias pedagógicas.  

Como el más internacional de todos los cubanos, José Martí, dijo “Los niños nacieron para ser felices”. Los más pequeños de casa sin importar el sexo, el color o discapacidad, tienen el apoyo de personal capacitado para ayudarlos a cumplir sus sueños.