La Universidad de Florida (UF) opera más de 45 restaurantes que abren diariamente para alimentar a los estudiantes, visitantes y trabajadores de la institución. Pero, ¿qué pasa con los alimentos que no son consumidos? De acuerdo con el Consejo Nacional de Defensa de Recursos Naturales las universidades desperdician unas 22 millones de libras de comida al año.
Con la idea de incorporar prácticas de consumo más sostenibles, la Universidad de la Florida creó su primera estación de composta post-consumo.
La estación llamada “Beat Gator Waste” está ubicada en el primer piso del edificio J. Wayne Reitz Union, donde se encuentra el comedor principal de la universidad.
La estación consiste de cinco botes de basura industriales que ayudarían a la comunidad de la universidad a separar sus desperdicios de acuerdo a su uso en el proceso de reciclaje, enfatizando los materiales orgánicos.
“Principalmente estamos buscando educar a la gente acerca de qué pasa con sus desperdicios una vez que entran al bote de basura”, dijo Wilcley Lima, director asociado de la División de Servicios de Negocio de la universidad.
Lima, de 33 años, se encontraba en una conferencia de negocios administrativos en Canadá cuando escuchó por primera vez sobre estaciones de composta. De acuerdo con otros representantes universitarios, la idea había fallado en su institución por falta de entendimiento.
La universidad recibe una donación anual de parte de Pepsi-Cola para proyectos con fines de sostenibilidad y ambientalismo. Este año los fondos fueron usados para la estación.
“Mucha gente no está familiarizada con la composta, aunque en realidad es una manera muy poderosa de reducir la contaminación ambiental”, dijo Lima y agregó que “básicamente, la composta es un tipo de reciclaje orgánico. Es tomar algo que otros verían como desperdicio y convertirlo en algo útil”.
La Universidad de la Florida lleva años utilizando esta técnica a puerta cerrada para reducir sus desperdicios. Gator Dinning, el servicio de cafetería de la universidad, composta granos de café, huevos e incluso limones que luego son utilizados como fertilizantes para los jardines orgánicos de la universidad.
Si bien estas iniciativas ayudan a la universidad a cortar costos, también ayudan a reducir el impacto ambiental de una institución con la magnitud de UF.
Pero al desperdiciar comida no estamos simplemente desperdiciando un plato. De acuerdo con un reporte del Consejo Nacional para Defensa de Recursos Naturales, en realidad los desperdicios alimentarios están asociados al malgasto de 21% de agua potable, 18% de nuestras tierras cultivables y 19% de fertilizantes. Pero tal vez el dato más preocupante es el hecho de que estos desperdicios ocupan el 21% de nuestros vertederos.
Además, los alimentos producen una cantidad exorbitante de gases metano los cuales tienen un impacto ambiental 21 veces mayor que el dióxido de carbono.
Para algunos estudiantes de la universidad, el esfuerzo es un paso importante hacia un incremento en sostenibilidad en todo el campus.
“Me parece que es una buena alternativa para la universidad, pero espero que pronto el programa se pueda expandir a todo el campus para que los estudiantes lo implementen en mayor escala”, dijo Justin Bingham, un estudiante de 22 años de sostenibilidad y construcción.
De acuerdo con Bingham muchos estudiantes quieren tratar de practicar sostenibilidad en una mayor escala, pero no tienen la educación para hacerlo, por lo que agradece la guía de la estación.
Para otros miembros de la universidad, la estación está ayudando a cambiar hábitos personales.
“La estación le da la oportunidad a los miembros de esta comunidad de categorizar su basura, y la meta final es, por supuesto, crear hábitos más sostenibles para el consumo”, dijo Jenn Moyer, especialista en comunicaciones para la División de Servicio de Negocios.
Para Moyer, el proyecto no es simplemente crear una oportunidad para el reciclaje, sino acostumbrar a la comunidad universitaria a separar la basura y categorizarla para que la práctica pueda ser llevada a otros ambientes.
Sin embargo, este factor educacional también ha demostrado ser el mayor reto para la estación.
“Poner un cubierto o un pitillo de plástico contamina la estación orgánica, por lo que si la gente no categoriza su desperdicio correctamente perdemos toda la bolsa”, agregó Lima.
La estación cuenta con balanzas internas y un equipo de visualización que ayuda a determinar el uso de los desperdicios y que guarda datos sobre las bolsas como su peso y composición.
Para Moyer otro gran reto ha sido la participación de la comunidad, la cual espera mejorar ofreciendo incentivos de participación como premios o vouchers alimenticios.
“Queremos conseguir voluntarios, no solo para explicarles cómo compostar sino también para motivar a otros miembros de la comunidad a hacerlo más activamente”, concluyó Moyer.
Para participar en el proyecto puede visitar estelink o contactar a Jenn Moyer de la División de Servicios de Negocio universitario a través de su email moyer12@ufl.edu